viernes, 29 de noviembre de 2013

Declaración de Arequipa - 29 de agosto de 1984

Antiguo Misere mestizo de Arequipa


Corría el año de 1984 en la diócesis de Arequipa, concluyendo el  Año Santo de la Redención convocado por Juan Pablo II. Una sequía perniciosa -acompañada de lluvias torrenciales en el norte del Perú- acechaba el valle del Chili. Había racionamiento de agua y luz. Aunque no en la magnitud de otras regiones y otras épocas, la presencia ominosa de la agitación armada de las izquierdas empezaba a manifestarse. En medio del fervor religioso por las conmemoraciones de ese Año Santo -signadas por el espíritu penitencial y de impetración-, la Liga Apostólica de San Pío X, organización destinada a la defensa de la doctrina y liturgia tradicionales de la Iglesia en el Perú, fundada y presidida por el Dr. Julio Vargas Prada, acudió al llamado de un grupo de fieles católicos de Arequipa. Se había programado un ciclo de conferencias. El arzobispo Monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, mediante un comunicado público, exhortó a los fieles a no asistir, desfigurando la identidad y objetivos de la Liga. El ambiente de acoso que vivía el intachable sacerdote católico Nicolás Factor Herrera, simplemente por ser fiel a la liturgia y doctrina de su ordenación y principalmente a la sotana (¡¡!!) se recrudeció, llegándose incluso a la franca amenaza. Ante tal situación, sin ninguna clase de garantías ( y que no iba de bromas, pues cinco años después, otra asociación tradicional católica sufriría una agresión física en público por obra de un famoso sacerdote de un "nuevo movimiento eclesial"), se tuvo que suspender la conferencia. Es en esa circunstancia -y ante la difamación y ataque de la autoridad eclesiástica (que debió haber guardado su ira para causas más dignas)-, que la Liga emite la siguiente declaración, que aparecería como aviso pagado en el Diario El Pueblo

En el contexto actual,  donde amenazan nuevas sanciones y nuevos martirios morales (algunos verdaderamente ridículos pero algo insidiosos) es menester leerla, pues es además una joya de exactitud y brevedad.


DECLARACIÓN DE AREQUIPA DE LA LIGA APOSTÓLICA DE SAN PÍO X

1.- La Liga Apostólica de San Pío X reconoce en Su Santidad Juan Pablo II al legítimo sucesor de San Pedro y por lo tanto acata su Apostólica y Suprema Autoridad. Tenemos la convicción de que "someterse al Romano Pontífice ... (es) de toda necesidad de salvación para toda humana criatura." (Bonifacio VIII: Bula Unam Sanctam, Denz. 469)

2.- Esta sumisión queda sujeta al discernimiento que Santos, Doctores y autorizadísimos teólogos han predicado y observado respecto a disposiciones papales en las que no se halla comprometida la infalibilidad pontificia. Así, el Episcopado alemán en una declaración de 1875, irrestrictamente aprobada por el Papa Pío IX en la Carta Apostólica Mirabilis Illi Constantia, afirma: "Ciertamente la Iglesia no es una sociedad en la cual sea aceptable aquel axioma inmoral y despótico de que la orden del superior en cualquier caso libra de la propia responsabilidad" (Denz-Schön., Herder, 1965, pp. 605-607)

3.- El Concilio Vaticano I, dogmático y no exclusivamente pastoral como el Concilio Vaticano II, en su Constitución Pastor Aeternus, sostiene: "No fue prometido a los sucesores de San Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación transmitida por los Apóstoles o Depósito de Fe (Denz. 1836). En consecuencia, el Papa es, y no puede dejar de serlo, el jefe de los tradicionalistas y cabeza de la Liga Apostólica de San Pío X y demás asociaciones tradicionalistas del orbe católico.

Arequipa, 29 de agosto de 1984

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