Dominique Venner (1934-2013), historiador valioso y tristemente presa de la tentación pagana, confirmada el día de ayer con un acto gravísimo y doblemente sacrílego. A su memoria -que no ha de servir ninguna otra cosa- le dedicamos este poema de otro atribulado, pero que supo mantener la esperanza, recibiendo al final el galardón de la fe y de la vida perdurable.
ORACIÓN DEL FIN
Mentre che la speranza ha fior del verde
Dante, Purg., III
Hazme dormir, Señor, en vuestra paz segura,
Entre los brazos de la Esperanza y del Amor.
Corazón de soldado que no supo del odio
Y que por vuestros bienes siempre luchó.
Batallas que sostuvo por una sola Patria,
Por un Rey, (los más bellos que vi bajo los cielos)
Por una Francia de los Borbones; por mis Damas, María,
Juana de Arco y Teresa y el Señor San Miguel
Jamás nuestro París llegó a romper con Roma.
Roma, Atenas en flor, su fruto recogió,
Razón, virtud, belleza, los honores del hombre,
Los rostros divinos que en mi noche aparecen.
Señor, quién sois ignoro, porque yo también ignoro
Quién es el artesano del vivir y el morir,
Y en el corazón mío cuáles ondas sonoras
Han dicho o contradicho su deseo eternal.
No comprendo ya nada de ese ser de mi ser,
¡Tantos dioses contrarios dispútanlo entre ellos!
Mis huesos alzarán la lápida de los abuelos.
Y cayéndome busco esa misma verdad.
¡Oíd esa necesidad de comprender para creer!
¿Hay un sentido en los vocablos que profiero?
¿Hay tras su laberinto, una puerta de gloria?
Porque Ariadna me falta y de su hilo carezco.
¿Cómo creer ¡oh! Señor, para un alma que arrastra
Un oscuro apetito de las luces del día?
Hazla dormir, Señor, en vuestra paz segura,
Entre los brazos de la Esperanza y del Amor
Charles Maurras,
Clairvaux, junio de 1950
Traducción de Carlos Massini Correas
Mendoza, 1975
en Moenia, n. IV, junio de 1981